V
Tres Cuatro Cinco eventos destacados:
1) Ya tengo mi vela personal. Ahora es más cómodo escribir, pues con la mano derecha puedo sostener mi libreta. A veces hay que abrir el hocico y decir las cosas, expulsarlas, hacer que nos defiendan.
2) Por fin entra un conocido al cafetín éste. Me ha saludado y hemos conversado un par de minutos, él de pie, yo aplastado en la silla. Hablamos del fenómeno de los abrazos gratis y de la Feria del Libro. Luego se despidió y se sentó con los suyos, en una mesa ubicada al frente de la salida. Ahora ya no me siento tan solo, aunque a estas alturas eso no es muy bueno, porque también me siento vigilado. Joder.
3) Soy el nuevo hongo (que en el lenguaje urbano significa ‘solitario’) de este café. Se han llevado ya las dos sillas que acompañaban a la mesa-y a mí, de paso-, lo que quiere decir que ya se dieron cuenta. Nunca estuve esperando a alguien, a pesar de que en estos momentos aun conservo la nimia esperanza de que alguien, me conozca o no, llegue y le arranque una silla a otro para sentarse a hablar conmigo, y que todo sea por su cuenta, así que creo que estaré solo por lo que me queda de tiempo y moneda. Por fortuna tal cosa ya no me importa mucho.
4) Regresó la electricidad, y trajo por vez tercera la cortina de música, y nuevamente el volumen está un poco estridente para mi gusto. La doña luz llegó a los 4 minutos de haber llegado la vela, y cuando estaba yo más embebido en la escritura en tiempo real, la boca de la dulce mesera generó viento frente al fuego de la vela y le mató. Me di cuenta de ello porque los restos que colgaban en el aire me entraron en los ojos. No me pasó nada, gracias a los dioses.
5) Estoy en un estado de emergencia creciente. Tengo ganas de ir al baño, y como estoy solo, si me levanto de la silla las aves rapaces que tengo al frente, al pie de la entrada de esta sección del café, me quitan la mesa y sanseacabó, me tendría que ir, y no quiero aun porque hace mucho que no escribo sino para lo necesario, y me siento bien añadiendo letras vagabundas en la libreta barata, y a pesar en el sudor en las manos y la vejiga haciendo pucheros, quiero seguir y tomarme otro tinto o lo que sea, maldito frapé, por su culpa me encuentro en esta encrucijada. ¿Por qué lo pedí, carajo? Tengo que pensar en una estrategia… Ya se. Pido otro tinto, aprovecho que el conocido todavía está echando carreta y se puede estar quedando otro rato para que me cuide la maleta y la mesa, y voy rápido, me descuelgo y regreso poderoso, recupero mis dominios y sigo con el tinto. Es un buen plan, veremos cómo va.