sábado, junio 07, 2008

La libreta y las velas, parte II

II

Antes, el problema era la ausencia; ahora es la exageración. Le han sabido subir el volumen a esos condenados parlantes, como si todos aquí estuviéramos internados en una selva, a varios metros de distancia de los bicharracos ésos… he de agradecer que al menos no se ensañaron tanto como otras noches… caramba, serán sordos y odiarán la voz baja estos (in)eficaces…

Ya han pasado varios minutos, y cada vez me voy sintiendo más solo. Tengo ganas de irme a mi casa, pero ya no puedo: me acaban de plantar la taza de tinto justo en frente (y casi que en mi frente), como si me hubieran puesto un cronómetro prendido. Ni la dulce mesera que me trajo la taza se dio cuenta de lo solo que estoy… o tal vez sí, no le importará… ohh, pobre yo… bueno, basta ya de autocompasiones, no sirven ni para un día de permiso en el trabajo.

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