jueves, junio 26, 2008

La libreta y las velas, parte VIII

VIII

Anuncio en tiempo real que mi tiempo en este lugar esta por acabar. No hay indicios de ser rescatado por algún cliente inesperado, así que la idea del abandono se refuerza. Además ya estoy cansado. Ya fue suficiente. No hay mucho del entorno que contar aun cuando hay mucho del entorno que contar. Ya no quiero, no necesito lo haría por capricho (y eso implica que aparezca escrito algún evento externo destacado) pero aparte de eso ya no me da la gana. El cafetillo éste se está desocupando, y eso que es temprano. Eso apaga las esperanzas de rescate, pero no las elimina del todo. Hasta la última línea conservo la expectativa. Si no sucede nada, no me quejo. No he perdido mi tiempo. Tengo material para mi blog, y ejercité la escritura. Me siento bien con ello. Nadie aún. Puedo irme a mi casa tranquilo (aunque con cuidado, a esta hora no suele ser muy segura esta zona), con mucho para transcribir y editar en el procesador de texto, y con las ganas abiertas de seguir moviendo las manos para crear vida escrita. Nadie se asoma. Hace rato terminé mi último tinto, así que me voy, me voy y me voy, porque tengo que irme, si no, no me iba, pero tengo que hacerlo, con más razón, luego de haber escrito este juego de palabras tan estúpido. Nadie llegó. Lástima. Vaya, 21 páginas de libreta. Adiós y adiós, el ejercicio se acabó. El tiempo que fluye ya no se impone en las letras de esta libreta. Tengo cansancio. Nadie, carajo. Tengo cansancio y una sensación agradable, como cuando una muchacha se queda mirándome, y no me doy cuenta pero mi cuerpo sí lo percibe, y me dan como cosquillas. Ya creo que es hora. Nos vemos.

La libreta y las velas, parte VII

VII

Cuando fui al baño y esperé a que lo desocuparan, hice un paneo rápido en busca de algún conocido y algún puesto vacío. Contemplé la posibilidad de ocupar el hipotético asiento, guardar la libreta y dejar este intento de crónica en este estado de congelación. Nada, solo alguien que se parecía a alguien, dos muchachos que se parecían a otros dos muchachos, y ya. No me sentí mal, pues en ese momento ya me estaba aclimatando. Sin embargo, pude ver en ese paneo (que abarcó una buena parte del cafetín, no, casi todo el cafetín) los micromundos, las islas en lugar de mesas, con los clientes hablando de lo que sea, en completa independencia de su medio, solamente abriendo la entrada al pedir una cerveza o al llegar algún amigo des espacio exterior, cerrándolo de inmediato para seguir con la rochela. Me di cuenta que no había diferencia entre ellos y yo, incluso si estoy solo (¡estoy todavía solo!) y con una libreta fea, anotando carajadas. El micromundo que tengo tiene lo que necesito; no me incomoda lo que haya allí afuera, ni las risotadas, ni la música en volumen anti tertulia, ni el olor estúpido a cigarrillo, y solo marcará mi final el hecho de que ahora no tengo más dinero y que sin tinto comenzarán a verme feo y a ignorarme, presionando, sin ellos saberlo, para que me vaya de aquí… aunque se que esto no solo me pasa a mí, pues a cualquiera de los habitantes de estos micromundos les puede ocurrir que sus créditos para suministros se agoten, y se tengan que ir de esta galaxia, donde correrán el riesgo de quedar ‘desparchados’. Jeje, interesante.

sábado, junio 21, 2008

La libreta y las velas, parte VI

VI


El plan funcionó, a pesar de que olvidé pedir el tinto antes y a pesar de que ahora tengo la impresión de que no hubiera sido necesario; nunca lo sabré, no importa ya. Tuve que esperar poco para entrar al baño y hacer de las mías, pero tuve que esperar más mientras mis manos se secaban, odio escribir con las manos húmedas, a rato se siente todo el entorno pegajoso, y si escribo a mano, la humedad se filtra en el papel y comienza la tinta a correrse, desplegarse y dejar el papel cochino y desagradable, digno de la anotación típica del profesor de primaria sobre el trabajo a manos que se entrega cochino: ‘aseo’ o ‘cuidado con el aseo’. Bueno, todo ha vuelto a una normalidad temporal, fabricada desde mi llegada al cafetillo. Mi segundo y último café ha llegado. La dulce mesera no me miró mientras le daba las furtivas gracias (debe ser por lo furtivas), y de nuevo me encierro en el ciclo de voltear la libreta cada que lleno una página de acelerados garabatos. Sí, ahora estoy cómodo. Este ejercicio es muy interesante. Puedo sentir que de alguna forma me importa un plátano estar solo, y si bien podría parar y guardar la libreta si llegara alguna amiga o alguno de los muchachos, no tengo problemas si eso no pasa. He logrado la microadaptación en un lugar pésimo para escribir. Qué viva la impulsividad.

miércoles, junio 18, 2008

La libreta y las velas, parte V

V


Tres Cuatro Cinco eventos destacados:

1) Ya tengo mi vela personal. Ahora es más cómodo escribir, pues con la mano derecha puedo sostener mi libreta. A veces hay que abrir el hocico y decir las cosas, expulsarlas, hacer que nos defiendan.

2) Por fin entra un conocido al cafetín éste. Me ha saludado y hemos conversado un par de minutos, él de pie, yo aplastado en la silla. Hablamos del fenómeno de los abrazos gratis y de la Feria del Libro. Luego se despidió y se sentó con los suyos, en una mesa ubicada al frente de la salida. Ahora ya no me siento tan solo, aunque a estas alturas eso no es muy bueno, porque también me siento vigilado. Joder.

3) Soy el nuevo hongo (que en el lenguaje urbano significa ‘solitario’) de este café. Se han llevado ya las dos sillas que acompañaban a la mesa-y a mí, de paso-, lo que quiere decir que ya se dieron cuenta. Nunca estuve esperando a alguien, a pesar de que en estos momentos aun conservo la nimia esperanza de que alguien, me conozca o no, llegue y le arranque una silla a otro para sentarse a hablar conmigo, y que todo sea por su cuenta, así que creo que estaré solo por lo que me queda de tiempo y moneda. Por fortuna tal cosa ya no me importa mucho.

4) Regresó la electricidad, y trajo por vez tercera la cortina de música, y nuevamente el volumen está un poco estridente para mi gusto. La doña luz llegó a los 4 minutos de haber llegado la vela, y cuando estaba yo más embebido en la escritura en tiempo real, la boca de la dulce mesera generó viento frente al fuego de la vela y le mató. Me di cuenta de ello porque los restos que colgaban en el aire me entraron en los ojos. No me pasó nada, gracias a los dioses.

5) Estoy en un estado de emergencia creciente. Tengo ganas de ir al baño, y como estoy solo, si me levanto de la silla las aves rapaces que tengo al frente, al pie de la entrada de esta sección del café, me quitan la mesa y sanseacabó, me tendría que ir, y no quiero aun porque hace mucho que no escribo sino para lo necesario, y me siento bien añadiendo letras vagabundas en la libreta barata, y a pesar en el sudor en las manos y la vejiga haciendo pucheros, quiero seguir y tomarme otro tinto o lo que sea, maldito frapé, por su culpa me encuentro en esta encrucijada. ¿Por qué lo pedí, carajo? Tengo que pensar en una estrategia… Ya se. Pido otro tinto, aprovecho que el conocido todavía está echando carreta y se puede estar quedando otro rato para que me cuide la maleta y la mesa, y voy rápido, me descuelgo y regreso poderoso, recupero mis dominios y sigo con el tinto. Es un buen plan, veremos cómo va.

sábado, junio 14, 2008

Resultado de la prueba con BlogJet

No necesito hacer cálculos diferenciales ni establecer correlaciones. A mi parecer, BlogJet apesta. No me permite incluir las etiquetas que ya existen en el blog; ni siquiera me deja crearlas. Por eso apesta.

jueves, junio 12, 2008

Post de prueba de BlogJet

Estoy ensayando un programa que me sirve para hacer las entradas sin tener que ingresar a Blogger directamente. Esta entrada la hice con el programa. Parece que es bueno, aunque hay un detalle que no me agrada, y es el de las etiquetas, pues no salen las que tengo predeterminadas, obligándome a escribirlas de nuevo, en los casos donde ya existen. Espero encontrar una forma de facilitar esa vaina.

miércoles, junio 11, 2008

La libreta y las velas, parte IV

IV

Parece que aun no se han dado cuenta de que probablemente el único señorito de todo el maldito café que necesita una vela prendida en la mesa todavía no tiene un ejemplar a su lado derecho (si la ponen al lado izquierdo se puede caer). Es culpa de mi crianza: mi padre no pide a gritos las cosas cuando no se las traen a tiempo (al menos en cuanto a los restaurantes), solo se queja con los que le acompañan y al final dice que no vuelve a “ése sitio donde son tan groseros”. Me pasa igual, aunque yo no me quejo con otros, total, es mi responsabilidad si no me quejo. Supongo que en ese caso debería haber buscado una forma de llamar la atención menos extraña que la de ahora, iluminando la libretita con la linterna, escribiéndole encima, desesperado. Si la hubiera pedido hace un rato ya la tendría en estos momentos en mi mesa, y entonces ya no tendría que escribir sobre esto. Bah, no me importa, no me incomoda mucho. Bueno, tal vez un poco, pues ahora mi mano derecha se está agotando por sostener la linterna-celular y está sudando; también yo estoy sudando; la libreta se me mueve con cada rápido lapicerazo; y ahora siento que los presentes me miran a hurtadillas y se están burlando del loquito que escribe y escribe como un loquito. Anuncio en tiempo real, señoritas y señoritos (tanto por condición como por convicción), me estoy cansando. Cansando y temblando. Voy a pedir una vela, carajo.

lunes, junio 09, 2008

Lo que ya no es una infamia

Sigo compartiendo con vosotros lo que mis ojos y oídos han visto ya. No pienso establecer una sección de videos (vamos, que para eso hay otras páginas dedicadas mucho mejores), incluso si la sección de chucherías se ha llenado solo de posts de Youtubadas; pero de vez en cuando no hace daño un elemento de estos.

Hace un buen rato vi un repetido de un programa de Later... With Jools Holland, en él conocí la música de Rufus Wainbright. Canta muy, muy bien... Rayos, ¿Será que se nota que no quiero hablar mucho de Rufus? Ya el que quiera buscará por la atarraya, incluso dejé por ahí un enlace para que miren. Por ahora el vídeo, tomado de una presentación del 2005 en el citado show. Lo ven y me dicen cómo les fue.


Rufus Wainwright - Waiting for a Dream


La libreta y las velas, parte III

III

You know that it would be untrue
You know that I would be a liar
If I was to say to you
Girl, we couldn't get much higher
Come on baby, light my fire
Come on baby, light my fire
Try to set the night on fire…

Ahora me detengo un momento para presenciar con mis oídos el solo de teclado de Manzarek.

(…)

Mientras pasa la canción, me doy cuenta que el estéreo de la canción es fiel a la sesentera costumbre de separar los instrumentos entre los dos parlantes, y eso hace que el solo de guitarra o cítara (o de guitarra simulando cítara, no lo sé) esté mostrándose al otro lado del café, y solo pueda escuchar un tenue sonido de psicodelia desde mi asiento. En la mitad del segundo solo, la electricidad se rebeló de nuevo y se fue llevándose a los Doors con ella. Como hace rato que se habían llevado ya las velas, confiados en que tendrían una luz juiciosa, estoy en estos momentos escribiendo estas líneas con la luz de la linternita de mi celular. Nunca me has fallado… gracias, N**ia 1108.

En las mesas del fondo detrás de mí y como a dos metros y medio, un grupito disidente del silencio hizo sonar una musiquita de emergencia, con un aparatito que jamás veré. El toque de música industrial se ve extraño aquí, pero al menos hay una cortina. Uhmmm… afuera todo se puso muy oscuro, parece que un apagón se hubiera devorado media ciudad, y ahora me da miedo irme. Solo si me entra el espíritu aventurero salgo a la calle, con la luz de mi fiel celularcito y la de los carros y motos que no dejan de pasar ni con los apagones. Si eso no pasa, pido otro café.

sábado, junio 07, 2008

La libreta y las velas, parte II

II

Antes, el problema era la ausencia; ahora es la exageración. Le han sabido subir el volumen a esos condenados parlantes, como si todos aquí estuviéramos internados en una selva, a varios metros de distancia de los bicharracos ésos… he de agradecer que al menos no se ensañaron tanto como otras noches… caramba, serán sordos y odiarán la voz baja estos (in)eficaces…

Ya han pasado varios minutos, y cada vez me voy sintiendo más solo. Tengo ganas de irme a mi casa, pero ya no puedo: me acaban de plantar la taza de tinto justo en frente (y casi que en mi frente), como si me hubieran puesto un cronómetro prendido. Ni la dulce mesera que me trajo la taza se dio cuenta de lo solo que estoy… o tal vez sí, no le importará… ohh, pobre yo… bueno, basta ya de autocompasiones, no sirven ni para un día de permiso en el trabajo.

jueves, junio 05, 2008

La libreta y las velas: introducción y parte I

El siguiente texto lo escribí el 4 de junio de 2008, al nacer la noche. Me divertí como enano escribiendo, pues no recuerdo haber hecho algo semejante. No me he inventado nada nuevo en torno a las teorías literarias, solo ejercité la mano, pero eso es lo que me alegra... El texto tiene 8 partes; conforme vaya dejando la pereza, iré transcribiendo cada parte y la iré subiendo, cada una en un nuevo post. Subiré las partes con apenas algunas correcciones, por lo que si alguien tiene alguna observación, juicio o querella con respecto a las partes que vayan apareciendo, lo puede comunicar en tranquilidad, vamos, que no muerdo. En cuanto tenga todas las partes en el blog, haré un nuevo post con el texto completo, con revisiones, añadiduras y lo que se enrede en el camino. Nos vemos.



La libreta y las velas (título tentativo)


I


Algo bueno que he notado de las libretitas, agendas de bolsillo y similares, es la capacidad de poder usarlas en cualquier parte, sin tener que verse encartado por su tamaño en el caso de las agendas grandes, sin tener que abrir la cubierta dura y sin tener que correr el riesgo de pensar en ésas posibilidades que evitan de esta forma escribir y dejan escapar miles y miles de letras con buenas intenciones, por el orgullo imbécil de no querer anotar por el hecho de tener una agenda demasiado grande para los sucesos espontáneos... Es una pena que no haya notado tal detalle sino hasta este momento, cuando me encuentro a la luz de una vela en un Café del centro (vela puesta no por el hecho de agregar el ambiente taciturno que al Café le hace falta sino por conflictos con la electricidad, pero que en la noche de hoy le sienta de maravilla), con un frapé al lado derecho y completamente solo (vaya que puede uno sentirse solo aun con las gentes por todos lados, como si fueran ratones con queso), y me dieron ganas de escribir acerca de lo que estaba percibiendo en el cafetín de siempre con espermas en lugar de focos, por la ausencia de luz eléctrica; la sensación es... uhmmm... volvió la electricidad, y ahora el lugar parece lo que parece siempre, un restaurante familiar con ambiente tradicional (escribir en tiempo real es extraño, y más cuando el norte del texto cambia conforme el entorno también cambia), y ahora que la música cambió de lugar con la ausencia de luz, tenemos eso, el vacío sonoro, ése que se siente raro, como si se necesitara una "cortina" y no se tuviera cuando se necesitara... y ahora la música vino un rato y volvió a irse, y su partida parece sincronizada con la llegada de un hombre extraño, que repartió unas hojas por las mesas de atrás, pidiendo colectas sobre qué se yo (no leí lo que había en el papel, solo se lo devolví al señor), incomodando a los dueños del Cafetín y algunos de los que estamos sentados, solos, escribiendo cosas en tiempo real en una libreta barata -muy barata, agrego-, sobre una mesa del tal Café.