miércoles, diciembre 03, 2008

¿Qué quieren que les escriba?

Así lo sugiere el título. No se que escribir, y ese ha sido un problema de los últimos diez meses. Tal vez sea porque aparentemente no tengo lectores, porque no tengo ideas o porque salgo más bien poco o carezco de pareja o algo por el estilo... Y bueno, teniendo un blog, la idea es que uno debería ser un poco más aplicado, en especial si se trata de una actividad de ocio certero; además, supongo que si no tengo lo anterior, deberían sobrarme los minutos para ponerme a teclear y joder por ahí con las letras, claro, si no fuera por ese berraco... Vaya, parece que sí tengo de qué escribir...

Existe algo para mí que es claro, y es que NO es este un espacio para mis confesiones ni para ventilar mis asuntos muy privados -la sola idea de pensar este blog como un diario señoritero online me provoca náuseas-, pero he de afirmar algo, así suene a deja vu tedioso: Mi adicción a Internet se ha manifestado a un punto suficiente como para preocuparme. Prueba de ello es la rutina que he desarrollado, sin darme cuenta, cuando estoy frente al PC y una conexión que cada seis meses se me va haciendo insuficiente para sentirme satisfecho. Describiré ahora la rutina, que fue el pan de cada día por casi un año.

Primero que nada, luego de esperar a que el cacharro prenda y los programas ya no se queden pegados cuando intento abrirles, abro el Firefox de siempre, el MSN de la podrida conciencia y la DreaMula cuando hay algo por descargar, que por lo general casi siempre se da. Acto seguido, reviso la bandeja de entrada del correo, miro quién está conectado en el MSN y hablo con uno o dos contactos mientras abro el blog del Joven Lovecraft para ver si hay viñetas nuevas; a veces escucho algo de música de la que tenemos en el DD o de alguna emisora desconocida, otras veces busco algún divertido y soberbiamente inútil juego en flash, juego unos minutos o unas horas y listo. Nada hay en lo anterior que tenga algún elemento extraño, relevante o distintivo a lo que hace el resto de parroquianos promedio que tienen acceso a la Atarraya: un correo electrónico para revisar y unos 30, 400 o cero contactos con los que hablar... tal vez los otros no visitan a EJL, que en otros casos fácilmente puede reemplazarse por ese cáncer llamado Facebook o el obsoleto Hi5, que ya no tengo. En fin, que sencillamente la Atarraya es un lugar que nutre generosamente a adictos como yo, con tonterías frescas y extravagantes contenidos... tal vez por eso es tan difícil. Tal vez por eso, carajo. O tal vez sea también mi falta de voluntad, mi carencia de autocontrol, de autoregulación... tal vez sea momento de una reflexión y un cambio... o tal vez no. Me da igual. Es más: me gusta escarbar. Gracias a ello puedo encontrar cosas como ésta. Vamos, que hay que verle el lado amable a las cosas...