jueves, junio 05, 2008

La libreta y las velas: introducción y parte I

El siguiente texto lo escribí el 4 de junio de 2008, al nacer la noche. Me divertí como enano escribiendo, pues no recuerdo haber hecho algo semejante. No me he inventado nada nuevo en torno a las teorías literarias, solo ejercité la mano, pero eso es lo que me alegra... El texto tiene 8 partes; conforme vaya dejando la pereza, iré transcribiendo cada parte y la iré subiendo, cada una en un nuevo post. Subiré las partes con apenas algunas correcciones, por lo que si alguien tiene alguna observación, juicio o querella con respecto a las partes que vayan apareciendo, lo puede comunicar en tranquilidad, vamos, que no muerdo. En cuanto tenga todas las partes en el blog, haré un nuevo post con el texto completo, con revisiones, añadiduras y lo que se enrede en el camino. Nos vemos.



La libreta y las velas (título tentativo)


I


Algo bueno que he notado de las libretitas, agendas de bolsillo y similares, es la capacidad de poder usarlas en cualquier parte, sin tener que verse encartado por su tamaño en el caso de las agendas grandes, sin tener que abrir la cubierta dura y sin tener que correr el riesgo de pensar en ésas posibilidades que evitan de esta forma escribir y dejan escapar miles y miles de letras con buenas intenciones, por el orgullo imbécil de no querer anotar por el hecho de tener una agenda demasiado grande para los sucesos espontáneos... Es una pena que no haya notado tal detalle sino hasta este momento, cuando me encuentro a la luz de una vela en un Café del centro (vela puesta no por el hecho de agregar el ambiente taciturno que al Café le hace falta sino por conflictos con la electricidad, pero que en la noche de hoy le sienta de maravilla), con un frapé al lado derecho y completamente solo (vaya que puede uno sentirse solo aun con las gentes por todos lados, como si fueran ratones con queso), y me dieron ganas de escribir acerca de lo que estaba percibiendo en el cafetín de siempre con espermas en lugar de focos, por la ausencia de luz eléctrica; la sensación es... uhmmm... volvió la electricidad, y ahora el lugar parece lo que parece siempre, un restaurante familiar con ambiente tradicional (escribir en tiempo real es extraño, y más cuando el norte del texto cambia conforme el entorno también cambia), y ahora que la música cambió de lugar con la ausencia de luz, tenemos eso, el vacío sonoro, ése que se siente raro, como si se necesitara una "cortina" y no se tuviera cuando se necesitara... y ahora la música vino un rato y volvió a irse, y su partida parece sincronizada con la llegada de un hombre extraño, que repartió unas hojas por las mesas de atrás, pidiendo colectas sobre qué se yo (no leí lo que había en el papel, solo se lo devolví al señor), incomodando a los dueños del Cafetín y algunos de los que estamos sentados, solos, escribiendo cosas en tiempo real en una libreta barata -muy barata, agrego-, sobre una mesa del tal Café.

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